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EL INDIVIDUALISMO DEMOCRÁTICO EN TOCQUEVILLE

A propósito del libro de Juan Manuel Ros: "Los dilemas de la Democracia Liberal"

“El que busca en la libertad otra cosa que no sea ella misma, está hecho para servir”.

Alexis de Tocqueville

Publicado: 2014-09-04

Según Alexis de Tocqueville el individualismo democrático es un fenómeno social que viene preparado el terreno para la aparición de un nuevo despotismo. En su obra “La democracia en América”, en la cual basa su estudio Juan Manuel Ros para escribir “Los dilemas de la democracia liberal”, el filósofo francés manifiesta su gran preocupación por las democracias modernas, que lejos de perfeccionar la libertar del hombre, está desarrollando una tendencia hacia el individualismo, fenómeno que, aun hoy, está generando ciertos vicios en el hombre y en la sociedad misma. Pero, de todos esos vicios hay uno que llama profundamente la atención de Tocqueville, pues ese “vicio del corazón” –como él mismo lo llama –podría abonando el terreno para el surgimiento de “una servidumbre voluntariamente aceptada”, este vicio consiste en la preocupante separación entre individuo y ciudadano que genera el individualismo, escisión que, como dijimos, abona el terreno para el surgimiento de un nuevo despotismo. En palabras de Ros: 

“Dicha escisión es una construcción ideológica que sirve a intereses políticos claramente despóticos y cuya estrategia favorita cosiste en ofrecer bienestar privado a cambio de servidumbre política”

Pero ¿qué es en realidad el individualismo democrático? ¿Cuál es origen? ¿Qué consecuencia trae consigo? Y sobre todo, sobre el cual Tocqueville también manifiesta su profunda preocupación, ¿Cómo afrontarlo? Estas y otras cuestiones son abordadas por Juan Manuel Ros en su obra citada en párrafos anteriores. 

Tocqueville, maneja una teoría innovadora que se diferencia de las tendencias que ubican el origen del individualismo como un producto de la Revolución, él por el contrario la ubica con el nacimiento de las ideas de democracia en el antiguo régimen aristocrático marcado por un proceso de igualación de condiciones. Pues, como recuerda Ros de Tocqueville, “el progreso de la igualdad es el “hecho generador” de la democracia”. 

Así entendido, para Tocqueville, el individualismo es un producto social y no político, pues “no surge de un gobierno democrático, sino en una sociedad democrática, una sociedad dirigida cada vez más por la igualación de condiciones”. Esta igualdad misma es preocupación del filósofo francés, puesto que podría conducir a una homogenización de las masas, a un aislamiento de los individuos a su esfera privada, lo que más adelante conduciría al conformismo ideológico y al “descompromiso cívico-político” y culminaría en una: “servidumbre voluntaria y en un despotismo popular”.

Para Tocqueville, como ya referimos en anterioridad, el individualismo tiene un origen democrático y en palabras de Ros:

“Tocqueville sostiene que el individualismo no es algo propio de la naturaleza del humana, sino una creación de la sociedad democrático-moderna. Se trata, según nos dice de una tendencia moral que emerge en un marco definido por la igualación creciente de las condiciones sociales y cuya característica principal es la de alejar a los individuos de los asuntos públicos y replegarlos en la esfera privada. En este sentido –concluye Tocqueville –estamos ante un problema que afecta al hombre en tanto ciudadano”.

Pues bien, es en este punto en donde se manifiesta la mayor preocupación de Tocqueville: en la pérdida del interés cívico, el abandono de lo público, desinterés de los problemas políticos por los superfluos beneficios de lo material. El individualismo hace que el individuo se replegué, se enfrasque en su esfera privada olvidándose de todo lo público. Este individualismo llega hasta el punto de hacer pensar al individuo que a éste no debe interesarle los asuntos públicos y que, por el contrario, eso corresponde a una elite gobernante. Y es precisamente en esta tendencia de olvidar que aparte de ser un individuo, es un ciudadano, como lo recalca Ros en muchas oportunidades, en donde Tocqueville encuentra “un hilo secreto que une al individualismo y al despotismo”.

Pero, es importante aclarar, que este nuevo despotismo ya no sería una “autoritarismo tradicional”, sino un “paternalismo” y una “domesticación espiritual”. Se trata de un despotismo en donde el Estado ejerce el poder en nombre del orden público democrático, sobre una sociedad que no es sociedad, sobre una masa que ha renunciado a los asuntos cívicos a cambio del bienestar material, una sociedad que se cree libre pero no es libre, una sociedad que confía a su clase política la dirección de los asuntos públicos, una sociedad indiferente a todo asunto público, una sociedad que ya no es libre, que ya no se erige sobre los principios de libertar.

Frente a este problema, nos dice Ros, “la revitalización de la condición ciudadana es, pues, indispensable tanto para combatir esta peligrosa tendencia como para hacer de la autonomía de los sujetos el principal bastión de la democracia misma”. Esta idea parte de Tocqueville mismo, pues él es quien considera que “la reivindicación del espíritu cívico” del hombre es la principal arma que se tiene en contra de las tendencias individualistas. La participación y la preocupación del individuo por los asuntos de la vida pública de su país es un paso fundamental para la contienda por la lucha de la libertad. Conservar al ciudadano, preocupado por lo público, y al mismo tiempo conservar al individuo es la cuestión fundamental para Tocqueville. Construir hombres verdaderamente libres y no sometidos al yugo despótico, camuflado bajo el bienestar material, es la clave, pues para Tocqueville: “El que busca en la libertad otra cosa que no sea ella misma, está hecho para servir”.


Escrito por

j.gonzales.tenazoa

Alunmo de Derecho de la Universidad Nacional de Trujillo.


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